Macharetí, un pueblo enclavado en pleno Chaco


Francisco Silo, ch´alla su potro luego de ganar la
carrera de caballos 

Con mucha tradición, riqueza cultural y atractivo mestizo-criollo, cuesta entender que las autoridades nunca hayan tomado en serio las políticas en materia de turismo. Aquí, los  hombres, mujeres y niños trabajan hombro a hombro, así se mantienen vivos y sacan adelante, como pueden, sus tradiciones y costumbres ancestrales, y deben lidiar con la influencia de la modernidad, que nada tiene que ver con las costumbres de antaño, incluso la cerveza ha relegado al vino "ambrosía" y a la chicha.

Las sequías llevan a situaciones de extrema gravedad a la agricultura y los campesinos se las arreglan con reservorios de agua en “atajados”,  que resultan insuficientes para la ganadería.  “Aquí se llega a 45 grados de temperatura”, nos dice Francisco Silo, de Ñancarahuansa, comunidad indígena guaraní a 10 kilómetros de Macharetí, mientras levanta una piedra del piso y nos muestra la tierra húmeda por la escarcha. “Este año será bueno. Es que las lluvias son siempre escasas y las vacas sufren”, añade. Compartiendo tan penosa condición con su esposa y sus hijos, suple esa carencia con su hospitalidad, y el poreo no falta, ya sea en invierno o en verano. “El mate regula la temperatura”, dice. Pero no hay que agradecer hasta estar lleno.

A 540 kilómetros de Sucre. A 18 horas de viaje de la capital, aunque la revista MIRADAS lo hizo en nueve “sin parar” en un vehículo todoterreno, esta población chaqueña no tiene ninguna ventaja de los recursos hidrocarburíferos que produce; la vida es cara y las carencias y necesidades están en todos los rincones. Más inclinados a Santa Cruz y Tarija, desde la manera de hablar. Con formas de vivir propias, incomparables “genuinos” en un pequeño paraíso olvidado y con vergonzoso grado de desatención por las autoridades departamentales y ni qué decir de los nacionales. “Los más alejados y más relegados”.

HISTORIA. La región del sur del país. Centro sociopolítico importante en la actual provincia Luis Calvo, Chaco chuquisaqueño, donde, según los franciscanos de ese entonces, había reuniones multiétnicas de indígenas del Pilcomayo Sur, como tobas, chorotis, matacos, noctete y tapiete, cubiertas de “pahuichis” (toldos). Donde se tomaban importantes decisiones sobre el uso de los recursos naturales, fiestas y guerras con otros pueblos étnicos. Lamentablemente, hoy se encuentran pocos asentamientos sobrevivientes de estas comunidades indígenas chané del Izozog y chiriguanos del Pilcomayo.

Dentro de las carencias propias del Chaco y del departamento en general, tal es la molestia de ese fastidioso viaje que “preferiría ir en avión hasta Santa Cruz y tomar la carretera asfaltada. Sólo son cinco horas”. A decir verdad, es lo que hacen las autoridades para visitar este municipio. A simple vista, una apremiante vía caminera le vendría bien, porque “la diagonal Jaime Mendoza sólo es cuento hasta el momento”.

Allá en “Yembiguasi” (espacio grande), donde unos pocos años atrás se vivía la “esclavitud”, el hombre rústico guaraní es machista y no se “guarda nada”, doma el potro y se lanza en las carreras de caballos en las fiestas tradicionales del pueblo, mientras despliega su música y su danza en pleno carnaval. La mujer se viste con su tradicional tipoy, una flor en la frente y colores destellantes en la mejilla.

El sistema de salud. Si bien cuenta con posta y servicio de salud convencional, en muchas de las comunidades se prefiere la utilización de remedios naturales y plantas medicinales. “Para eso están el poleo y el ancoch”, nos dice la suegra de Silo, sorprendiendo a este reportero con la respuesta. El primero sirve para el dolor de estómago y el segundo para la gastritis y los riñones. Mientras sorbe el mate por la bombilla del poro, cuenta que su familia siempre fue numerosa, con un mínimo de 10 hijos. “Así siempre tienen las mujeres guaraníes”, afirma. Ahora, ella cree que con dos basta, porque “el costo de vida no permite tener grandes familias". Así son las costumbres del Chaco. MIRADAS

TODO TERRENO y enfermero del TIPNIS


Dos mujeres caminan cerca de su comunidad
en el Territorio Indigena Parque Nacional Isiboro
Sécure (TIPNIS)

Comparte su trabajo con los médicos indígenas tradicionales del TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure). “Yo soy el enfermero del TIPNIS”, nos dice en plena Cumbre cuando nos contactamos por primera vez, un poco más arriba de Pongo, donde pernoctó un día antes la columna de marchistas que se dirigía a la ciudad de La Paz. Él vino curando las heridas de los caminantes, en la avanzada de la octava marcha indígena que llegó a la sede del Gobierno. Su nombre es Germán Linares Roca.

Su jurisdicción está compuesta por siete comunidades: Nueva Vida, Loma Alta, San Pablo, Santa Clara, Carterí, Trinidadcito y Patrocinio (municipio de Moxos). “¿En qué comunidad indígena trabaja?”, le preguntamos, y contesta con recelo: “Mi puesto de salud está en Trinidadcito, que cuenta con 54 familias, y desde ahí tengo que desplazarme a las demás localidades para hacer mi trabajo de enfermería”.

Luego de un momento, se suelta ante la grabadora y la cámara de MIRADAS. Sin medios de transporte, Linares se vio en la necesidad de usar su bicicleta con la finalidad de cumplir su trabajo de la mejor forma posible y llegar a tiempo a las comunidades donde atiende a menores de cinco años. “Tengo que ir caminando porque solamente tengo una bicicleta deteriorada (por los años de uso) y la comunidad más cercana está a (una) hora y media en bicicleta; a dos horas más está otra comunidad (Todo Santos), donde hay como cinco familias, y después (están) Carterí y Patrocinio (a las que se puede acceder por tierra)”, asegura.        
Si bien caminar no es tan difícil para él, hay lugares donde tiene que usar otro tipo de transporte, en especial en comunidades adonde sólo llegan balsas, canoas y botes con motor fuera de borda. Y ello bajo la amenaza de un caudal grande en tiempos de lluvia. “Tengo que ir en canoa a Santa Clara, San Pablo, Loma Alta y Nueva Vida (…)”, comenta. Mientras los ojos de este enfermero apasionado del TIPNIS se llenan de lágrimas, al recordar la travesía que le tocó hacer para cumplir su trabajo, ayudando a los comunarios, pide disculpas por no contener su emoción. Se le ve algo cansado, quizá agitado, y no es para menos, estamos sentados a 4.670 de altura, en plena Cumbre.

LOS MALES DEL TIPNIS. ¿Pero de qué se enferman los habitantes del TIPNIS? “De enfermedades de la selva y de resfríos. Lo que se ve más frecuentemente son las IRA (infecciones respiratorias agudas) y EDA (enfermedades diarreicas agudas). Éstas son las más frecuentes en esta gente. Después hay otras no frecuentes”. ¿Leishmaniasis?, ¿malaria?, ¿fiebre amarilla? “Existe muy poco, gracias a Dios. Creo que hay (en otros lugares). Esperemos que no lleguen (al TIPNIS)”.

A Linares le preocupan los escasos recursos que llegan del SUMI (Seguro Universal Materno Infantil). Las poblaciones son de difícil acceso. Se tarda casi 30 horas en llegar en canoa con motor fuera de borda (y 24 horas en regresar). ¿Cómo haces con los gastos de transporte? “Yo tengo que gastar de mi sueldo para trasladarme de un punto a otro, y cada tres meses presento un informe para hacer las gestiones de medicamentos y llevarlos a las comunidades”.

¿Recibes ayuda del Estado? “No tengo ayuda, solamente el SUMI. Son medicamentos para menores de cinco años. No hay otros medicamentos (para enfermos adultos)”.
¿Cuál fue la enfermedad más complicada que atendió?  “Las neumonías (…) hacen que se traslade (a niños) a Trinidad. La inexperiencia con los medicamentos de parte de los padres  indígenas hace más complicado (el trabajo). A veces ya no quiero volver al lugar (…)”, dice Linares. Tose con frecuencia y tiene complicaciones con la altura, incluso para responder.

Germán recuerda que en una oportunidad dejó todos los medicamentos para su tratamiento a los padres de un niño enfermo de resfrío, pero cuando volvió después de dos días para la evaluación, los fármacos estaban intactos y el chico tenía neumonía. Ayudó con la contratación de un bote para el traslado del enfermo hasta un hospital de Trinidad.

El enfermero también ayuda en cuestión de partos, aunque las mujeres prefieren una partera del lugar, ya que tiene más confianza en ella. Él, muchas veces, sólo tiene que colaborar con la mirada. Según su relato, fue testigo de curaciones con plantas medicinales del lugar, además de la implementación del trabajo con “médicos que conocen la medicina tradicional, que en muchos casos tiene más aceptación”.


Sólo recibe la ayuda de algunos comunarios que lo acompañan en las largas caminatas, que se tornan peligrosas porque el tigre y las víboras acechan a cada paso en las sendas, sobre todo “por las noches”, añade.
Para finalizar, pide la atención de las autoridades, especialmente las de salud, para los puestos de atención muy lejanos, dotándoles de medios de transporte (bote y motor, bicicletas nuevas, motocicletas) y medicamentos. Por la distancia, se triplica el esfuerzo y el trabajo, según este enfermero que vive y comparte las enfermedades de los indígenas en el lugar más olvidado de la selva boliviana: el TIPNIS
MIRADAS

LA UNIBOL indigena del Chaco "Da sus primeros frutos"


76 egresados en carreras tecnicas dela UNIBOL
 de Macahereti.

La Universidad Indígena Boliviana (UNIBOL) comienza a dar sus “frutos” en sus tres sedes ubicadas en la población de Warisata, provincia Omasuyos del departamento de La Paz; Chimoré, región del Chapare, departamento de Cochabamba, y en la región del Chaco, Macharetí, provincia Luis Calvo, en el departamento de Chuquisaca.
“En la Universidad Indígena del Chaco funcionan cuatro carreras
: Ingeniería Petrolera, Ingeniería Forestal, Ingeniería Eco-Piscicultura y Veterinaria-Zootecnia”. Así lo manifestó el ingeniero Roberto Gualuo, vicerrector de UNIBOL Guaraní y Pueblos de Tierras Bajas “APIAGUAIKI TÜPA”.

Un decreto supremo, promulgado en agosto de 2008 por el presidente Evo Morales, permitió la creación de las tres universidades indígenas de Bolivia (UNIBOL). Para ello, se destinó el 15 por ciento de los recursos del Fondo Indígena, proveniente del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH). Una de las características de la UNIBOL es el internado y los recursos que provienen del Fondo Indígena no afectan a las universidades del sistema estatal.

En estas casas de estudios superiores se dictan clases en dos idiomas: uno nativo, ya sea quechua, aymara o guaraní, y el castellano.

“En nuestra marcha nace el proceso de cambio”

La marcha de 1990 en plena Cumbre de La Paz.

ENTREVISTA: Roberto Gualuo
MIRADAS/ Richard Ilimuri

¿Cómo nace la idea de la Universidad Boliviana de Tierras Bajas?
 —La idea lo planteamos inicialmente con los gobiernos de facto. En 1990 empezamos a organizarnos como pueblos indígenas y la primera manifestación pública la hicimos durante la marcha desde Trinidad (Beni) por el “Territorio y la Dignidad” de 1990. Incluimos como puntos importantes en nuestra plataforma de negociación una Universidad Indígena, la Asamblea Constituyente. Fue en (esa) marcha. Y en nuestra marcha nació el “proceso de cambio” (1990). Actualmente, tenemos varios profesionales que están saliendo de nuestra universidad. Son los primeros “productos” a nivel técnico superior.
 ¿Cuántos profesionales técnicos se están graduando hoy?
 —Estamos graduando 76 profesionales indígenas.
 ¿Cuántas carreras ofrece la Universidad Indígenas aquí en Macharetí?
 —Tenemos cuatro carreras: Ingeniería Petrolera, Ingeniería Forestal, Ingeniería Eco-Piscicultura y Ingeniería Veterinaria-Zootecnia.
 ¿Alumnos de cuántos pueblos, naciones o lenguas está acogiendo la Universidad Indígena?
 —Estamos acogiendo a 17: tacana, chácobo, guaraní, quechua, aymara, maropa (movimas) chimán, yuracaré, itonama, canichana, sirionó, chiquitano, guarayo, moxeño, weenhayek, tapietes y leco. Son 17 culturas, 17 lenguas de pueblos indígenas.
 ¿Habrá licenciaturas o sólo se capacitan a nivel técnico superior?
 —La mayoría de los universitarios indígenas se capacitan a nivel técnico. En la primera etapa se les otorga el título de técnico superior. Luego, en una segunda etapa continúan la licenciatura y hay una tercera etapa que es la maestría. Aprovecho el medio para invitar a toda la gente para que venga acá cada 16 de julio (aniversario de Macharetí) y 2 de agosto (Feria Tecnológica y Comunitaria) y vea el avance que tenemos como universidad.
¿Cuál es el objetivo de la feria y qué productos se muestran en ella?
 —El objetivo es mostrar los diferentes módulos de producción comunitaria, como el avícola, porcino, caprino y bovino, además de cómo se capacitan los recursos humanos.

Ing. Roberto Gualuo
Vicerrector de UNIBOL GUARANÍ  y Pueblos de Tierras Bajas

“APIAGUAIKI TUPA”

VIAJE A LAS CULTURAS: Alcides D´Orbigny.


"El 31 de julio de 1826 me embarqué para encontrarme con lo desconocido; el 24 de septiembre desembarqué en Río de Janeiro. ¡Estaba en América! Siguiendo el curso del río llegué hasta los indios tobas y lenguas del Chaco.

Recogí mis pertenencias a fines de 1829 y me trasladé hasta Chile, pasando por Valparaíso el 16 de febrero de 1830, con rumbo norte; pasé por el puerto boliviano de Cobija, llegué a Tacna, ya en puerto peruano; de ahí pase a BOLIVIA, llegando a La Paz el 16 de julio de 1830. Desde ahí visité los Yungas, Sica Sica y Ayopaya (del 17 de julio al 22 de septiembre del mismo año).

Luego me trasladé a Cochabamba y me dirigí hasta Cliza, Mizque y Valle Grande. En ese mes llegué hasta Santa Cruz, desde donde visité las Misiones de Chiquitos (el 15 de julio de 1831). A los Guarayos (el 15 de diciembre de 1831). Y Moxos, el 28 de enero de 1832. De donde me dirijo otra vez hasta Cochabamba. Antes pasé por Samaipata, desde donde visité las regiones de los yuracarés, y las escenas vividas en el río Sécure en marzo de 1833. Luego emprendí el viaje ese mes, llegando hasta Sucre; para el viaje de retorno por Potosí, Oruro y Tihuanaco en La Paz". Extracto del Diario de Alcides D´Orbigny.
Redaccion MIRADAS

164 años después… Nacen las 36 etnias “los otros pueblos indígenas”


APIAGUAIKI TUPA: Lider indigena guarani

Ciento sesenta y cuatro años después, Bolivia descubrió a los pueblos indígenas que recorrieron 645 kilómetros desde el Beni hasta La Paz. “La marcha por la dignidad, territorio y respeto” de los indígenas de tierras bajas, en 1990. Comenzó con un consejo de caciques y capitanes, quienes asumieron el liderazgo en un cabildo, cuando eran las 09.30 del 15 de agosto de 1990, desde Trinidad (Beni). Aproximadamente 350 moxeños y sirionós —hombres, mujeres y niños, con flechas en mano— emprendieron la caminata. En el camino se sumaron los yuracarés y chimanes, en su afán de conseguir reconocimiento y respeto a su territorio depredado por empresas madereras. 
El consejo de caciques y capitanes de entonces dejó de lado una función que hasta ese momento sólo era religioso y cultural; la iniciativa y el liderazgo los tomó Marcial Fabricano, un indígena moxeño, para hacer respetar los derechos indígenas. La marcha llegó a la cumbre de La Paz, donde fue recibida por aymaras y quechuas.

Dicha marcha sacó a la palestra la existencia de “otros” grupos étnicos, con culturas hasta ese año olvidadas por el Estado. En 1991 se promulgaron ocho decretos supremos que reconocían a los indígenas y sus territorios. Finalmente, en 1994, con las reformas a la Constitución Política del Estado, fueron reconocidos constitucionalmente los pueblos indígenas originarios. Entonces nacieron las 36 etnias, con sus usos y costumbres. Es necesario recordar que la cultura nos constituye y nos expresa en donde vivamos; ésta se nutre con el apoyo, educación, hábitos de salud, formas de actuar y de concebir el mundo y la vida. Y en diversos niveles, ámbitos de la sociedad, los ciudadanos buscan y encuentran formas, caminos para expresar sus vivencias, creaciones culturales y deleitarse o enriquecerse con los de otros. Esta experiencia, repetida en forma muy marcada en este último tiempo, viene a desmentir a los más escépticos, cuando en términos explícitos o tácitos colocan a las culturas en el último peldaño. La cultura mejora y enriquece al ser humano, incentiva el turismo, desarrolla industrias culturales y genera movimiento económico. Basta con mirar a países vecinos, que privilegian sus manifestaciones culturales, tanto las de patrimonio como las de su creación.

Miradas estuvo, desde el “90”, siguiendo los pasos de los indígenas de tierras bajas y hoy lo publicamos por primera vez para que usted, amigo lector, pueda entender la vida de los “otros”.

La cultura tiene vida propia y debe valorarse en este territorio, por eso es necesario   remontarse a las realidades vividas por nativos e invasores, en diversas épocas, quienes fueron haciendo historia en lo que hoy es Bolivia. A pesar de esa riqueza, los indígenas están perdiendo las costumbres de sus antepasados, debido a la falta de una política estatal que les dé las herramientas necesarias para su sobrevivencia.  MIRADAS


Nacen las
36 etnias
de Bolivia
Aymaras, quechuas, yuracarés, ayoreos, canichanas, guarayos, guaraníes, mosetenes, tacanas, mores, moxeños, urus, reyesanos, esse ejjas, tapiétes, araonas, chiquitanos,  afrobolivianos, nahuas, pacahuaras, yaminahuas, chácobos, yuquis, toromonas, baures,  itonamas, cayubabas, weenhayek, machineris, lecos, movimas,  chimánes, guarasugues-pausernas, cavimeños, joaquinianos y sirionós.
 

TURISMO EN BOLIVIA



La cascada Kijarro, en Caranavi (Yungas) es foto
grafiado por una turista

Si no desarrollamos ahora el turismo, quejándonos de la falta de dinero, de que no nos alcanza para invertir en el rubro, ¿qué pasará con las futuras generaciones? “Es mejor movernos hoy pensando en la sostenibilidad. Sostenible quiere decir dejar las cosas tal como las hemos encontrado; hacer capital pero sin destrozar. Hay naturaleza, cultura e historia lindas. Bolivia es uno de los países donde la cultura vive. Por ejemplo, Bolivia frente a Perú —y esto no lo digo yo sino los turistas que llegan— es mucho más auténtica”, responde Marco Birchler, director de la Casa de Turismo de Sucre.
  
Turistas nacionales y extranjeros vistan atractivos en
el municipio de Sopachuy.

La cuestión surge porque empezó el turismosudamericanosudamericano. Chilenos, argentinos y brasileños llegan aquí y no están acostumbrados a tener tanta cultura en su país. También Bolivia les resulta muy económica. Deberíamos enfocarnos primero en ellos, tratándolos bien, para que también vengan sus familiares y amigos.

ATREVIDOS AVENTUREROS. A un país primero llegan los llamados “mochileros”, que son los más atrevidos, los aventureros, los que viajan por el mundo sin muchos servicios. A ellos no les interesa el lujo y, por lo mismo, no gastan mucho dinero. Pero, al volver a su país, se van con fotos, historias y recuerdos de lo que más les gustó, y los comparten con sus familiares. Al año, éstos también llegan y quizá gastan más que el mochilero. “Es una inversión el atenderlos bien, porque ellos nos promocionan gratis”. ¡Qué linda es Bolivia!

ECUADOR Y PERÚ. De acuerdo con Birchler, en Bolivia, todavía falta mucho trabajo por el turismo, comparado con  Ecuador y Perú. “Las cifras son pequeñas en el país, aunque tiene muchas maravillas y naturaleza espectacular. En realidad, no podemos competir con Ecuador y Perú”.
El también ingeniero ambiental admite que Perú tiene más sitios arqueológicos que Bolivia, pero añade que ésta cuenta con una naturaleza “que al país vecino no le alcanza”. Mas aquí no llegan tantos turistas como allá.
“Entonces, necesitamos buenas estrategias para el turismo sostenible. Sin embargo, no necesitamos una estrategia para atraer turistas al instante, a fin de alcanzar a Perú, ya que el turismo también puede hacer daño. Necesitamos que sea sostenible, es decir que no dañe las culturas ni la naturaleza y traiga plata para futuras generaciones. Hay muchos ejemplos en el mundo de “que el turismo llegó y desapareció”. Esto debido a que no se trabajó con sostenibilidad o porque a los sitios interesantes o atrayentes los destrozaron con la construcción de infraestructuras o carreteras. Este hecho no puede suceder en Bolivia que necesita mucho desarrollo. Y con el turismo se puede trabajar por muchos años, al margen de los esfuerzos (industrias) que se hacen en el país”, explica el director. 
 

ENTREVISTA: Marco Birchler
MIRADAS/Richard Ilimuri
 
Sucre sólo puede crecer con base en el turismo, es mejor movernos hoy. Hasta las universidades perdieron su prestigio”

Foto: Keiko Ilimuri

¿Cómo andamos con el turismo en Sucre?
Yo digo que Sucre es algo especial. Su único futuro es el turismo. Aquí no hay industrias grandes. Yo veo a Sucre como patrimonio, el centro de la ciudad, porque es único en Bolivia. Los turistas, cuando llegan a visitarnos, se ponen supercontentos y dicen que “ésta es la ciudad más bella de toda Bolivia”. Y eso es bueno.
¿Sucre tendría que ser fundamental en el turismo para las futuras generaciones?
Hay que trabajarla. Una estrategia sería posicionarla como capital del turismo. El problema es el acceso. Si el turista llegara aquí primero, no se escaparía fácilmente. Desde aquí se iría hasta Potosí, Cochabamba, Santa Cruz, Tarija, Oruro y La Paz. Así, el turista seguiría gastando su plata antes de abandonar el país.
¿Hay apoyo para el turismo en Bolivia?
Por supuesto, del Gobierno nacional. Pero, comparado con otros países, y viendo lo que hacen Ecuador y Perú, todavía nos falta mucho. El Gobierno boliviano invierte alrededor de 200.000 dólares en la promoción del turismo, mientras que Perú, 40 millones. Son cifras altas. El Estado debería dar más importancia al turismo, porque es la mejor vía para su desarrollo. La plata viene de afuera directo al país. Y no es como invertir en maquinaria o poner una industria, emprendimiento para el que se compran cosas, equipos, para el que necesitas o inviertes plata para comprar. Si mejoramos la atención (en el turismo), la plata llegará nomás.
¿De qué manera se debería trabajar o manejar el turismo en Bolivia?
─Se trata de promocionarlo fuera del país. Este trabajo debería hacerlo el Gobierno, porque un ciudadano de Sucre no podría hacer mucho fuera del país, ya que primero tendría que promocionar a Bolivia, luego a Sucre y después a su negocio. Eso resulta demasiado caro.
¿Se debería trabajar en el exterior promocionando a Bolivia y todos sus sitios turísticos?
─Sí. Le explico cómo hace Perú. Yo vengo de Suiza, frontera con Alemania, donde tenemos muchas revistas. Entonces, Perú hace su promoción en las revistas más leídas, en las que compra una o dos páginas, con un titular llamativo: “Visita Perú”. La foto no es de Machu Picchu ni de las líneas de Nazca, sino una imagen simple de un río en la selva, con un pequeño barco lleno de turistas mirando la selva. Y el texto no explica ni siquiera qué lugar del Perú deberían visitar. Sólo dice: “Vienes a Perú y tenemos todo”. Eso es el trabajo del Gobierno. Luego puede venir la Gobernación, en el caso de Chuquisaca. “Si vienes a Bolivia, ven a Sucre”. A lo que yo añadiría: “Si estás en Sucre, ven a la Casa de Turismo”.
¿El impulso del turismo desde afuera está en manos del Gobierno?
─Sí, y  no está solo, están los privados. Podemos ir mano a mano con los privados, porque, en La Paz, por ejemplo, hay grandes empresas de turismo que hacen promoción afuera para su agencia, se mueven fuerte y traen grupos de turistas, pero en beneficio de ellas, y para las pequeñas empresas ya no queda mucho.
¿Cómo debería trabajar Sucre para superarse en el tema del turismo?
─Sucre debería hacer su promoción en Bolivia. En todos los departamentos. Un ejemplo: si yo voy a Santa Cruz, debería ver una promoción de Sucre (Chuquisaca). Pero si estoy en Santa Cruz y en la pantalla gigante del Cristo Redentor, en lugar de promoción turística boliviana, veo que están pasando películas de promoción turística del Paraguay... ¡por favor! Debería estar la promoción de Pando, de Potosí, de La Paz, de Bolivia. Y lo mismo se tendría que hacer en La Paz, promocionar atractivos turísticos de Santa Cruz, aprovechar sitios de información. Recuerdo cuando una vez llegué al aeropuerto de Santa Cruz y vi una foto enorme del Salar de Uyuni. Me sorprendí. “¡Qué bien! ¡Muy lindo! Han aprendido (a promocionar), pero de cerca”, pensé. Era un letrero de ENTEL que hacía la promoción de su señal: “Llegamos hasta el Salar”. Así se debería trabajar en los departamentos, mostrando imágenes del oriente en el occidente, y viceversa, como un cruce de información.
¿Como un cruce de información en temas de turismo del Estado?
─Sí. Otro ejemplo: Perú, en todas sus ciudades, tiene oficinas de información turística del Estado (peruano) para turistas. Las oficinas de información siempre están en la plaza (principal) y tienen personal que habla dos o tres idiomas (extranjeros). Cada oficina te da los folletos, los planos de la ciudad, de todas las ciudades del país, de manera gratuita. Si yo me voy a Arequipa, me dan material informativo del Cusco, Nazca, Iquitos o Lima, además de información de todos los municipios. Eso no pasa en Bolivia.
¿En sucre hay sitios de información?
─Nosotros tenemos una oficina privada y tratamos de obtener información de otros lugares (departamentos), porque cada departamento tiene su información (turística) pero no la distribuye, la tiene en un cajón de escritorio. Yo como turista en mis últimos días me pregunto: ¿Qué puedo hacer? ¿Adónde voy? ¿Será que puedo ir a Potosí? ¿Tal vez a Oruro? ¿O Tupiza? ¿Pero qué hay para hacer allá? ¿Qué opciones tengo para hacer turismo? Y así sucesivamente, Samaipata, Trinidad, etcétera. No hay opciones y si las hay, no funcionan. La Gobernación de Chuquisaca y todas las otras instancias, porque no se salva ninguna, publican material (folletos y planos comunales), les dan a los sucrenses y ahí se pierde (en Sucre). El sucrense agarra el folleto y lo pone en su cajón y nunca llega al turista. Eso es lo más triste.
Foto: Keiko Ilimuri
¿Cuántos turistas llegan a Sucre por año?
—Tenemos algo más de 60.000 turistas; de ellos, 30.000 son extranjeros y los otros 30.000 nacionales, una pizca de los que llegan a La Paz, aunque estas cifras están mal manejadas.

 

ELECTRIFICACIÓN RURAL en Mojocoya

El 28 de julio, el gobernador del departamento de Chuquisaca, Esteban Urquizu, se trasladó a Mojocoya para entregar la construcción de la red de electrificación rural, que beneficia a 14 comunidades que no contaban con ese servicio básico en este municipio.
"Una gestión se mide, queridos chuquisaqueños, con obras y no con discursos. Nosotros, como autoridades, tenemos la obligación de cumplir con la dotación de servicios básicos a nuestro pueblo y hoy hacemos la entrega del sistema de electrificación rural que beneficiará a toda nuestra gente de las 14 comunidades", sostuvo Urquizo.

El acto central se realizó en la comunidad San Julián, a pocos kilómetros del poblado de Redención Pampa, donde una concentración multitudinaria de beneficiarios recibió al Gobernador del departamento y agradeció por la ejecución de este proyecto.

MAQUINARIAS AGRÍCOLAS para 28 municipios de Chuquisaca

El 8 de agoto, la Gobernación de Chuquisaca hizo la entrega de maquinarias, materiales de trabajo y semillas a productores agropecuarios de los 28 municipios del departamento. La primera autoridad regional, Esteban Urquizu, informó que la dotación que se hizo el 2 de agosto, la cual representó una inversión de 18.575.046 millones de bolivianos y benefició a 9.712 familias de productores del agro, permitirá incrementar la producción agrícola regional y darle valor agregado en el mercado, además de garantizar semillas de alta calidad.
“Uno de los objetivos de la mecanización del área rural es abaratar los costos de producción y garantizar la seguridad y soberanía alimentaria. La entrega de maquinaria agrícola ya benefició a más de 9.000 productores de todo el departamento”, manifestó el Gobernador.
Al respecto, autoridades de los municipios indicaron que éste es un momento histórico porque nunca se entregó tal cantidad de maquinarias para todas y cada una de las áreas.
DATOS. Las áreas beneficiadas son: investigación, industrial, frutícola, pecuaria y agrícola.

Los municipios beneficiados son: Yamparáez, Tarabuco, Presto, Sucre, Poroma, Zudáñez, Mojocoya, Alcalá, Padilla, Azurduy, Macharetí, Villa Abecia, El Villar, Tarvita, Villa Charcas, Culpina, Huacareta, Villa Serrano, Camargo, Yotala, Inca Huasi, Villa Vaca Guzmán, Villa Charcas, Sopachuy, Icla, Las Carreras, Muyupampa y San Lucas.