"La gente tuvo que toma ciertas medidas…" JUSTICIA COMUNITARIA EN QILA QILA


Linchamiento: los dos supuestos ladrones yacen en
el piso, mientras la policía investiga los hechos. 
El 6 de marzo, una llamada anónima alertó a la Policía sobre dos “rehenes”. Ladrones que habrían sido descubiertos robando in fraganti cuadros coloniales, candelabros de plata, y oro de la iglesia San Pedro de Qila Qila, distante a 30 kilómetros de la ciudad de Sucre. Los comunarios amenazaban con la aplicación de la “justicia comunitaria”. Aunque el linchamiento de los presuntos antisociales ya estaba decidido. 

El personal de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) y la Unidad Táctica Operaciones Policiales (UTOP) se constituyeron en el lugar, pero la gente exaltada no les dejó ingresar, y amenazó con no entregar a los cautivos. Bajo las inclemencias del tiempo, la primera comisión retornó. Sin embargo, la crecida del río Cachimayu le impidió el paso. Los 12 efectivos se quedaron, pidieron refuerzos y rezaron para que pase la noche.
Cuadros coloniales: parte del
robo rescatado por los
pobladores.


“En el cruce de la información me dijeron que era imposible el acceso al lugar, que los comunarios estaban exaltados y no permitían el ingreso del verde olivo. Se tomó contacto con el párroco de la iglesia para que él fuese el conciliador y entreguen a los tres supuestos rehenes, autores de robo sorprendidos in fraganti, pero todo fracasó”, explicó el coronel Rolando Ramos, comandante Departamental de la Policía de Chuquisaca. Se determinó desplegar más efectivos.

Operativo final de rescate. Al amanecer del martes 7, un total de 90 policías partieron a Qila Qila, además de un representante de la Fiscalía, otro del Defensor del Pueblo y medios de comunicación. “Se activó un operativo final de rescate. Llovía intensamente y no pudimos cruzar el río, éste estaba alto. Con mucho esfuerzo, usando cadenas y sogas, logramos pasar el afluente con 25 motos y continuamos hasta el cerro Obispo, donde nos encontramos con enormes piedras que bloqueaban el paso”. Diez de la mañana, cerca del ingreso al pueblo, el contingente se topó con un segundo bloqueo y se instaló un dialogo de persuasión.

Población: la pobladores,
deliberan su entrega de los
cadáveres.

Código de silencio. En Qila Qila, nadie quería hablar y tampoco se conocían entre ellos, manteniendo el “código del silencio”, pero ya corría el rumor de que “el pueblo ha tenido que tomar ciertas determinaciones como la justicia comunitaria”. Previa firma de un acta, el Gobernador se “comprometió” a que ningún comunario sería perseguido por la justicia, porque pertenecía a un pueblo histórico. Además, éste estaba olvidado por las autoridades.

Rescate: un policía cava la fosa
donde fueron enterrados los
supuestos ladrones. 
Rescate. A primeras horas de la tarde, se permitió el ingreso de la Policía para el penoso rescate. “Allá están”, dijeron los comunarios, indicando que las dos víctimas habían fallecido el mismo día del robo. “Sacamos a una persona de sexo masculino y de 40 años de edad aproximadamente, y a otra de 49 años”. Según el coronel Ramos, la causa de las muertes fue asfixia por compresión, o sea se ahorcó a los sospechosos. Éstos estaban maniatados con cadenas y no se podía determinar su rostro, ya que antes de fallecer habían sido golpeados.


Se encontró un bolsón y un arma calibre 22 perteneciente a una de las víctimas. Después del levantamiento legal de los cadáveres, éstos fueron trasladados a la morgue de Sucre.
Rescate: los dos supuestos ladrones
son rescatados por la policía. 
Los cuerpos ya despedían el olor característico de un muerto de varios días. Los comunarios manifestaron que su objetivo era escarmentar a los antisociales para que no vuelvan a robar en la zona, y que por ello los enterraron vivos. “Pero la justicia ordinaria es la que debe imponer las penas, conforme a la ley. Tenemos el ejemplo de un ex ministro que hizo adobes (…) en su comunidad. Eso sí se puede denominar justicia comunitaria sin cometer delitos”, sostuvo la autoridad policial.






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