Recuerdo: La imagen de "El Tejar a tres kilómetros de Sucre. Foto archivo Casa de la Libertad. |
Un recuerdo: Algo que las generaciones mas jóvenes sucrenses y bolivianos no pueden mas que imaginar. |
Cuando la estación central de trenes
de El Tejar comenzó su decadencia, luego
de la capitalización, no cayó en el olvido, y hoy todavía hay ciudadanos que se
preocupan por ella. Entre ellos está el “k’ara panza” y ex ferroviario de cepa
Félix Duran. “Hemos resistido cinco años,
yo me opuse hasta el último en aquella oportunidad para que (la empresa) no sea
capitalizada. Entonces entramos en huelga indefinida. Los maquinistas de Oruro
rompieron la huelga”, recuerda el ex dirigente ferroviario en una charla con
MIRADAS.
Y motivado por el anuncio de la
empresa Cruz Blanca de desmantelar las maestranzas de los distritos ferrocarrileros y concentrarlas en
alguna ciudad chilena, en la frontera de Bolivia, en 1996, lo denunció
constantemente a los medios locales de la capital. “Es que en Sucre había una
buena maestranza; bien equipada. Es muy lamentable lo que fue antes y lo que es
hoy. Por soberanía, toda las dependencias que hay en Sucre deberían pasar a
manos de la universidad o la Alcaldía para que sirva por lo menos como museo y
no sea desmantelada más de lo que está, y dar paso a museos para fomentar el
turismo”, expresó Durán.
Félix recuerda una estación llena de
gente, con actividad las 24 horas del día. “Se partía de El Tejar, en Sucre; pasaba
por Ñuch’u, Higuera, Vila Vila, Qivi Qivi, Betanzos y se llegaba a Potosí, era
lindo ver turistas disfrutando los atractivos”. Los que entonces la transitaron
–cuenta- nunca pensaron que terminaría así. El ex dirigente denunció que la
empresa Cruz Blanca no cumplió sus promesas. “De todo lo que prometió antes de
capitalizar ENFE, (la empresa) nada ha cumplido, había el proyecto de
Interconexión Ferroviaria Potosí−Sucre− Santa Cruz, inclusive el tren llegaba
hasta el poblado de La Calera y Tarabuco, y de ahí había obras de arte
(terraplén y túneles) hasta (el municipio de) Zudáñez. Algunos pueblos que
vivían del tren ahora son pueblos fantasma”, se lamenta Durán.
DATOS. “Ferroviarios resistirán
privatización”, “Trabajadores ferroviarios del país resistirán a como dé lugar
los intentos privatizadores”, “Trabajadores anuncian huelga ante privatización
de ENFE”. Así titulaban algunos periódicos del país en 1993 ante el anuncio del Gobierno de ese entonces. Por su parte, los
sindicatos afiliados a la Confederación de Ferroviarios consideraban que la
aplicación del modelo neoliberal y de libre mercado podía afectar
directamente a esta entidad estatal, que requería la modernización de sus
equipos.
Después de la capitalización de 1996,
ENFE fue privatizada por el gobierno del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
Para ello, la empresa fue dividida en dos áreas bien diferenciadas: la red
andina fue vendida a la empresa chilena Cruz Blanca, que al poco tiempo la vendió
a la también chilena Luksic. La red oriental fue vendida a la empresa
estadounidense Genesee Wyoming.
Luego de la división, las redes
fueron renombradas como FCA (Ferrocarril Andina) y FCO (Ferroviaria Oriental).
Foto: Internet |
“A
(nosotros) los jubilados nos duele ver la empresa como una chatarra”,
manifiesta Durán. “Ni siquiera funciona la gran maestranza”, agrega, mientras
mira las siglas del MNR justamente en la pared donde funcionaba este taller.
“¡Pero ya no se construye nada!”. A sus 62 años, este ex ferroviario trabaja esporádicamente
como taxista y se entera con impotencia del frecuente robo de rieles y de otros
materiales del cementerio de trenes de Uyuni y de las estaciones rurales.
HISTORIA.
Con la capitalización de 1985, durante el último mandato de Víctor Paz
Estenssoro, fue creada ENFE residual, y los ferrocarriles bolivianos pasaron a
manos de Ferrocarriles Andina. Poco a poco, algunas redes fueron desmanteladas,
como es el caso de las líneas de La Paz. En 1990 cerró la estación de
Challapampa, que se convirtió en terminal de buses y cinco años después los
ferrocarriles dejaron de llegar a la estación central de la sede del Gobierno.
Archivo: Casa de la Libertad. |
Antes,
en 1867, el presidente Mariano Melgarejo
obtuvo el compromiso de Brasil, a través del Tratado de Ayacucho, de que se
encargaría de la construcción de un tren entre Madera y Mamoré (territorio
brasileño) y que llegaría hasta Riberalta (suelo boliviano). La obra finalizó
en 1912, costó la vida de miles de trabajadores y dejó mutilados a otros
tantos, pero nunca llegó a suelo boliviano: se quedó en Guajará-Mirim, frente a
Guayaramerín.
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